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Instrucciones: Responde las siguientes preguntas.
Lea el texto y responda.
Los griegos
Durante la Edad Micénica, las armas se hacían con la aleación de cobre y estaño que llamamos bronce. Los héroes de La Ilíada arrojaban lanzas con puntas de bronce contra escudos de bronce y esgrimían espadas de bronce, según la cuidadosa descripción de Homero. El bronce era a la sazón el metal más duro del que disponían los griegos, y el período en que se usó en la guerra es llamado la Edad de Bronce.
El hierro era conocido por entonces y los hombres comprendieron que se lo podía tratar de tal modo que fuera más duro que el bronce. Pero no se conocían métodos para obtener hierro de los minerales que lo contenían, de manera que el único hierro disponible provenía del ocasional hallazgo de hierro metálico en la forma de un meteorito. Por eso, los micénicos lo consideraban un metal precioso.
Isaac Asimov
¿Cuál es la conclusión del texto sobre el hierro?
Identifique la idea principal del texto.
El laberinto de la soledad
La soledad, el sentirse y el saberse solo, desprendido del mundo y ajeno a sí mismo, separado de sí, no es característica exclusiva del mexicano. Todos los hombres, en algún momento de su vida, se sienten solos; y más: todos los hombres están solos. Vivir, es separarnos del que fuimos para internarnos en el que vamos a ser, futuro extraño siempre. La soledad es el fondo último de la condición humana. El hombre es el único ser que se siente solo y el único que es búsqueda de otro. Su naturaleza -si se puede hablar de naturaleza al referirse al hombre, el ser que, precisamente, se ha inventado a sí mismo al decirle “no” a la naturaleza- consiste en un aspirar a realizarse en otro. El hombre es nostalgia y búsqueda de comunión. Por eso cada vez que se siente a sí mismo se siente como carencia de otro, como soledad. Uno con el mundo que lo rodea, el feto es vida pura y en bruto, fluir ignorante de sí. Al nacer, rompemos los lazos que nos unen a la vida ciega que vivimos en el vientre materno, en donde no hay pausa entre deseo y satisfacción. Nuestra sensación de vivir se expresa como separación y ruptura, desamparo, caída en un ámbito hostil o extraño. A medida que crecemos esa primitiva sensación se transforma en sentimiento de soledad.
Octavio Paz
Lee el texto y responde de la pregunta
-¿De dónde sacas tus cuentos?-Del pozo-¿Del pozo?-Sí, del pozo. Del fondo del pozo. Están revueltos con el agua, con las ranas y con las estrellas; pero hay que saber sacarlos...El contador de cuentos guarda silencio de enigma. Sentado sobre los adobes de la barda y balanceando al aire sus piernas de barro, mira de reojo a “la preguntona”."La preguntona", es una niñita frágil, como de cera blanca: y crédula.El contador de cuentos sabe la importancia que sus embustes le han ganado entre la chiquillería de Palo Verde. Al final de los días, cuando empieza a parpadear la tarde, él se sienta en la barda que marca una raya paralela entre la milpa y el camino. Allí van todos los niños del pueblo a embaucarse con el milagro de su fantasía, plagada de campanas, de príncipes malos y de mendigos santos; de coyotes, de nahuales y de brujas.-Sabes- dice, como haciendo a “la preguntona” la merced de confiarle un secreto-. El pozo dice sus cuentos en las noches.Cuando hay luna es cuando se pueden sacar los más bonitos.-¿Y cómo los sacas?-¡Pues… nada! Me siento en el brocal y meto la cabeza dentro. Allí me estoy quietecito, mirando para abajo y escuchando, escuchando. Luego de estar así un rato puedo oír lo que el pozo dice…El auditorio contiene la respiración para que no se escape ni una sola de las palabras que el embustero hilvana.Carmen Báez
En la oración “La preguntona” es una niñita frágil, como de cera: blanca y crédula, encontramos una relación...
Lea el poema y responda.
Soneto
Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes ya desmoronados, de la carrera de la edad cansados, por quien caduca ya su valentía. Salime al campo. Vi que el sol bebíalos arroyos del hielo desatados, y del monte quejosos los ganados, que con sombras hurtó su luz al día. Entré en mi casa. Vi que, amancillada, de anciana habitación era despojos;mi báculo, más corvo y menos fuerte. Vencida de la edad sentí mi espada, y no hallé cosa en que poner los ojos que no fuese recuerdo de la muerte.
Francisco de Quevedo
¿Cómo califica el poeta a su patria?
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